El 19 de agosto de 1839 Louis-Jacques-Mandé Daguerre, escenógrafo de profesión, presentaba oficialmente la fotografía al mundo en la Academia de Ciencias de París. El nuevo descubrimiento, bautizado como "daguerrotipia", causó una gran expectación y sorpresa especialmente en los círculos científicos del París del s. XIX. En su exposición detallaba minuciosamente el procedimiento que había seguido hasta dar como resultado una reproducción exacta de la realidad. Daguerre se otorgaba así el título de "padre de la fotografía" sin hacer mención alguna a quien diez años atrás había conseguido la primera imagen fotográfica conocida, Joseph Nicéphore Niépce, que murió tres años antes de la citada presentación.
Desde 1816 J. N. Niépce llevó a cabo experimentos para lograr la captación y fijado de imágenes a través de la cámara oscura. En sus primeros experimentos, Niépce consiguió plasmar imágenes de escasa nitidez que se desvanecían al poco tiempo. No fue hasta 1827 cuando por primera vez consigue fijar sobre una placa de estaño el "punto de vista" desde su ventana, en Le Gras, en Saint-Loup-de-Varennes, para lo que requeriría ocho horas de exposición directa al sol, obteniendo como resultado una imagen negativa. Niépce bautizaría su descubrimiento como "heliografía". En octubre de ese mismo año se desplaza a Londres con la intención de dar a conocer sus trabajos. Allí entabla amistad con Francis Bauer, quien intenta hacer llegar a Niépce hasta algunos de los miembros más influyentes de la Royal Society. Un cúmulo de malas casualidades (entre las que destaca la profunda crisis en la que estaba sumergida la citada institución) obligan a Niépce a regresar a Francia sin que su descubrimiento viese la luz. Como agradecimiento, éste decide regalar a Bauer algunos de sus trabajos entre los que se encontraba el "Punto de vista desde la ventana de Le Gras".
A su paso por París, Niépce muestra interés por el diorama, una atracción que daba cabida a espectáculos ópticos y que había diseñado Daguerre realizando una variante del Panorama inaugurado en Londres por Robert Beker en 1792. Niépce entra en contacto con Daguerre en 1828 (gracias al contacto del óptico Chevalier) con la intención de intercambiar información de sus descubrimientos, hecho que les lleva a firmar en diciembre de 1829 un contrato de asociación por el cual Niépce entregaba todos sus estudios sobre heliografía a Daguerre y éste hacía lo mismo con el Diorama. A partir de entonces ambos trabajaron en la mejora de obtención y fijado de imágenes tomadas del natural (ya que hasta entonces una de las aplicaciones de la heliografía era la reproducción de grabados y dibujos). Hasta 1833, fecha de la muerte de Niépce, sendos investigadores trabajan en paralelo intercambiando información de sus avances. A partir de esa fecha es Isidore, hijo de Niépce, quien hereda el contrato que su padre mantenía con el dueño del diorama. Daguerre aprovecha este momento para proseguir sus investigaciones en silencio evitando que Isidore, que apenas había participado en el proceso, tome el relevo de la investigación. Daguerre, que ya en 1832 había tomado otra dirección en sus investigaciones utilizando placas de plata como soporte en lugar de las de cristal por las que optó Niépce, viaja en 1837 a presentar sus adelantos a Isidore, quien queda maravillado. Entre otras mejoras destaca el tiempo de exposición, reducido a tres minutos (frente a las ocho horas que se precisaron para el "Punto de vista de Le Gras"). Isidore, incapaz de cualquier aportación científica, accede a la modificación del contrato firmado por su padre indicando que se trata de "un procedimiento inventado por Nicéphore Niépce y perfeccionado por J. Louis-Mandé Daguerre".
La presentación del daguerrotipo en 1839 que conllevaría la compra de la patente por parte del gobierno francés borró cualquier vestigio del nombre de Niépce. Gracias al contrato que Isidore mantenía con Daguerre, ambos consiguieron una pensión vitalicia de 4000 y 6000 francos anuales respectivamente en compensación por los gastos asumidos para llevar a cabo el proceso fotográfico.
En 1841 Isidore publicaría un libro que reclamaba la paternidad del invento para su padre. También demostraba las aplicaciones que Niépce quiso dar a la heliografía mucho más allá de la mera reproducción pictórica, base sobre la cual se apoyaron malintencionadamente Daguerre y el Secretario de la Academia de las Ciencias, François Aragó (que había mostrado gran interés por el invento de Daguerre) para negar la postedad de la patente a Isidore.
La historia le debe, pues, a Daguerre el perfeccionamiento y difusión de un invento cuya repercusión no fueron capaces de vislumbrar ninguno de sus pioneros y que sin embargo debe su origen al genio e inquietud de un investigador provinciano que, paralelamente a los tiempos que corren, vivió toda su vida en una continua crisis económica.
"El punto de vista desde la ventana de Le Gras" no fue descubierta hasta 1952 por Helmut Gernsheim en Inglaterra, quien al tomar la placa pensó en un principio que se trataba de un espejo rodeado de un marco dorado. Y es que la "heliografía" en cuestión, como si un de artilugio mágico se tratase, sólo es visible con una determinada inclinación.
Gran comienzo, el del blog y el de la fotografía. Me encanta el título que has elegido, aún más ahora que conozco la historia completa, y ya estoy desenado ver por dónde van a ir los tiros en tu blog.
ResponderEliminarCon que sea la mitad de bueno que tus fotos, ya podemos prepararnos para alucinar en colores. O en blanco y negro, como gustes.
Indignado me ando por no haber tenido noticia e este blog antes =P Pero bueno, creo que no llego demasiado tarde =)
ResponderEliminarLa historia me recuerda a la de los Skladanowsky, parece que de genios ignorados por la historia está el mundo lleno!
Genial la idea del Blog, el enfoque y el diseño de las entradas ^^